-¿Sabes?Tengo miedo.
-¿Por qué?
-Porque cuando le miro siento cosas que no he sentido ni sentiré con nadie más, porque ella sigue poniendo dos toallas en el baño, porque me sigue esperando despierta cuando llego a casa, porque me traen napolitana mientras yo no aguanto la empalmada, porque tiemblo cuando él me mria y me dice "guapa", porque me gusta compartir vestidos, porque es el único que me hace feliz en el día más sombrío, porque sigo sintiendo mariposas cuando voy en el 51 a buscarle a la estación, porque espero ansiosa su llamada, porque ella es la única que me saca buenas fotos, porque son los mejores macarrones del mundo, porque me sigue comprando pastelitos de los que me gustan para alegrarme después de una mañana asquerosa en clase, porque realmente me encantan las estaciones con olor a boñiga.
-¿Y qué?
-Que hace un año discutía con ella a diario por ropa y otras chorradas, que la casa ya se sentía vacía si ella faltaba un solo día, que podía llamar a un número 25 horas al día, porque ellas sabían absolutamente todo, porque con una mirada le bastaba. Y ahora nada de eso existe. Ya no discuto con nadie por ropa, la casa siempre está en silencio, mamá ni siqueira hace pasteles porque solo como yo y sería una pequeña bolita de sebo, nunca te llamo, no saben qué haré mañana, qué me pasaba la última vez que lloré, no me dicen que soy especial y ya no bebo batidos de chocolate a las 4 de la mañana viendo un popurri de películas de videoclub... Todo aquello que parecía una rutina irrompible se acabó. No soportaría que ocurriese otra vez. Esta vez no quiero echar de menos los batidos de chocolate... Aunque a veces me acuerdo de ellos, sonrío y luego desearía olvidarlos...
Dime que JAMÁS tendré que olvidar los batidos de vainilla...